Las Fijaciones en el Eneagrama

Ponemos barreras para protegernos de quienes creemos que somos. 

Luego un día quedamos atrapados tras las barreras y ya no podemos salir”.

 

 

Robert Fisher  

«El caballero de la armadura oxidada»

 

 

Al igual que el protagonista del libro El caballero de la armadura oxidada, los seres humanos vivimos cegados por el brillo de nuestra propia armadura (nuestra estructura de personalidad) que no nos deja percibir adecuadamente quiénes somos y cómo es la realidad.

 

Desde la visión del Eneagrama, esta armadura está compuesta por dos elementos fundamentales y unívocos, la pasión y la fijación, que componen el núcleo de la personalidad y que se localizan en lo que denominamos Centro Emocional Inferior y Centro Mental Inferior, respectivamente.

 

Mucho se ha hablado ya de las pasiones, pero… 

¿qué pasa con la fijación, esa gran olvidada? 

 

Recordemos que la pasión es una distorsión, degradación o vicio emocional, un déficit motivacional. Mientras que la fijación es una distorsión o prejuicio cognitivo, un sesgo de visión y comprensión acerca de nosotros mismos y de los demás, una compulsión mental que nos lleva a interpretar la realidad de forma sesgada. En otras palabras, es un supuesto implícito de que ése es el mejor modo de ser, la manera “correcta” de ver el mundo. Ambas están intrínsecamente ligadas, se retroalimentan mutuamente y es difícil saber qué fue primero, si el huevo o la gallina. Lo que está claro es que nuestra forma de pensar genera una forma de sentir y que nuestra forma de sentir afecta a nuestra forma de pensar.

 

Por lo tanto, podemos entender cada fijación como la racionalización de la pasión correspondiente, o cada pasión como la respuesta emocional a la distorsión mental de cada fijación.

 

Pero volvamos a las fijaciones. Podemos decir que son ideas “locas” y sesgadas, reforzadas en la infancia, contaminadas por la pasión y sin el contrapeso de un intelecto maduro, que posteriormente serán proclamadas como verdades indiscutibles en lo profundo de nuestro ser, apoyando nuestro sistema de valores y creencias, y que harán que interpretemos el mundo y las relaciones que allí se dan desde una perspectiva particular. 

 

Las fijaciones son extremadamente difíciles de desenmascarar y romper, ya que a nivel inconsciente, representan esa llave mágica que nos va a permitir que un día lleguemos a alcanzar nuestro Yo Ideal/Ilusorio; y, por lo tanto, nos resistimos a soltarlas. Óscar Ichazo usaba la palabra «fijación» como equivalente a lo que Gurdjieff empleaba para denominar el «rasgo principal», término que también empleó después Claudio Naranjo. 

 

Si bien hay muchos temas interconectados en la personalidad de un individuo, existe un pilar central que posee una función básica, como un poste de tienda de campaña, que sostiene toda la estructura. El rasgo principal es el centro de la estructura que se queda “fijado”, grabado, en nuestra psiquis. 

 

La pasión, al ser de orden emocional, tiene altibajos, va y viene; sin embargo la fijación es una lente constante a través de la cual miramos todo. Es como si cada tipo se hiciera especialista en una determinada manera de mirar las cosas.

 

Para A. H. Almaas, y desde la mirada de los diferentes caminos espirituales, la fijación está relacionada con la pérdida de contacto con el centro intelectual superior, y tiene su origen en la desconexión de la Unidad que nos hace perder la percepción de la realidad como un todo.

 

Es interesante ver que la fijación varía según la fuente que consultemos. Otra dato curioso es que hay  autores que ni siquiera mencionan las fijaciones, pese a formar parte del núcleo de la personalidad junto con las pasiones, y que pasan directamente a la descripción del tipo sin más.

 

¿Cuál fue esa creencia irracional acerca del mundo

que se quedó fijada en tu mente? 

Estate atento/a porque esto es lo que vamos a seguir explorando en nuestras próximas publicaciones que tratarán sobre las fijaciones de cada eneatipo.